Principales
propiedades del ginseng:
Ansiolítico y
antidepresivo. Al ser un adaptógeno, ayuda al organismo a responder
correctamente a la situación ambiental en la que se encuentra,
estimulando o tranquilizando según se necesite.
Por esa misma razón
es un buen agente antiestrés y antifatiga, aportando la energía
necesaria para afrontar las situaciones difíciles de la vida diaria,
y evitando a la vez caer en estados de nerviosismo.
En la misma línea de
lo comentado, aumenta el rendimiento físico y retarda la aparición
de la fatiga, gracias a la mejora de importantes procesos orgánicos,
como la utilización de la glucosa y la producción de ATP (energía
para las células). Otros efectos energéticos que se le atribuyen son
el aumento de utilización de oxígeno por las células, de la
producción de sangre en la médula ósea y de la síntesis de proteínas,
aunque son puntos no demostrados.
Es vasorregulador y
normaliza la presión arterial.
Potencia la síntesis
de hormonas sexuales, con un efecto positivo sobre la sexualidad. La
mejora que origina en la circulación sanguínea también contribuye a
este efecto.
Favorece el
rendimiento intelectual, la concentración y la memoria, gracias a su
acción beneficiosa sobre los neurotransmisores.
Si alguien está
pensando en consumir ginseng, lo más adecuado es comenzar con dosis mínimas
e ir incrementándolas semanalmente hasta alcanzar lo recomendado, que
podrá variar de acuerdo con su potencia y forma de presentación. De
esta forma se evitarán la mayoría de los efectos secundarios que
pudieran surgir. No hay que olvidar que no hay nada totalmente inocuo
y que no siempre es cierta la afirmación de que lo más natural y
menos procesado es mejor que lo que nos ofrece la química. Así,
personas sensibles a este suplemento pueden sufrir, con su consumo,
dolores de cabeza, insomnio, hipertensión y urticarias, signos de que
muestran intolerancia al producto y de que no deberían tomarlo.